La Piñuela, que se activa con dos años y medio de retraso, llega a resolver y tal vez ponerle fin, a la emergencia o crisis sanitaria y ambiental de 2023, cuando el vaso Altair copó su capacidad máxima y los desechos allí depositados empezaron a desplazarse en masa hacia el cauce del río Medellín-Aburrá.
En ese momento el escenario más crítico, pero a juicio de muchos real, rayó con pronostico de tragedia. Se temía que un desplazamiento en masa taponara el cauce del río, generara un represamiento de las aguas y luego una avenida torrencial que, aguas abajo, causaría enormes daños y, posiblemente, pérdidas humanas.
Por lo menos así lo expusieron los críticos y opositores de las anteriores administraciones de Medellín y EPM, a las que acusaron de negligencia, malversación de fondos e ineficiencia por no construir y poner en funcionamiento el vaso La Piñuela.
La Piñuela, que recibió los primeros residuos sólidos el pasado miércoles, atenderá una gran demanda de disposición final de desechos. Se calcula que al nuevo sitio llegará el 80 % de los residuos de Antioquia, procedente de 44 municipios, y el 88 % del Valle de Aburrá.
Según las autoridades, el nuevo vaso del relleno sanitario La Pradera, que ahora se convertirá, según lo contó el alcalde de Medellín, en parque tecnológico ambiental, tendrá una vida útil de ocho años.
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