lunes, 22 de julio de 2019

Un caballo con una vida de superestrella.

El rincón de Isaías.

Si le hablo de Cayo Julio César Augusto Germánico, es posible que no sepa a cual personaje de la historia me refiero. Pero si le digo que ese era el nombre de Calígula, seguramente de inmediato se acuerda que fue uno de los emperadores del antiguo imperio romano.

Imagen de Calígula, tercer emperador romano, recordado por sus actos crueles y su extravagancia y quien se presentó a su pueblo como un dios.
Foto tomada de nationalgeographic.com.es

Fue el tercer emperador romano, nació en Anzio el 31 de agosto del año 12 y murió en Roma el 24 de enero del año 41, bastante joven por cierto, pero también muy normal para la época en que vivió. Era hijo de Germánico y Agripina y de pequeño acostumbraba acompañar a su padre en los recorridos militares, donde se calzaba con las llamadas “cáligas”, una especie de sandalia con clavos que usaban los legionarios y debido a eso le pusieron el sobrenombre, para ellos afectuoso de Calígula, que significa “bolitas”, aunque para nosotros su verdadero nombre nos suena como tenebroso.

De acuerdo con los cronistas, su reinado estuvo marcado al inicio por una creciente prosperidad y una gestión admirable; pero una fuerte enfermedad -que se dice marcó su modo de gobernar- sumado a varios errores, trajeron una fuerte crisis, que terminó en una hambruna y en la ruina del tesoro, lo que lo llevó agobiado por las deudas, a tomar una serie de medidas desesperadas para restablecer las finanzas, llegando incluso a pedir dinero al pueblo.

Se afirma que en sus últimos años de vida, Calígula se vio en una serie de escándalos como el de mantener relaciones incestuosas con sus hermanas e incluso el obligarlas a prostituirse. El hecho es que pocas fuentes se refieren a su reinado de manera favorable y por el contrario, se centran en su crueldad, su extravagancia y su perversidad sexual. Lo muestran como un tirano demente, haciendo frente a varias conspiraciones para derrocarlo y luchando por reducir el poder del Senado y aplastando la oposición que este le hacía, al punto que se convirtió en el primer emperador en presentarse ante el pueblo como un dios. Su nombre no genera buenas sensaciones.

Pero si estas pequeñas muestras de su extraño comportamiento no satisfacen su curiosidad, pues les cuento que uno de los hechos más curiosos que rodean la vida de “bolitas” es que tenía un caballo llamado Incitatus, en latín; Impetuoso en español. Se trataba de un equino de carreras que había nacido en Hispania, de donde en esa época se importaban a Roma cerca de 10.000 al año.

Incitatus en latín, Indómito en español. Así se llamaba el caballo de este emperador al que vestía con las mejores ropas y que quiso nombrar cónsul.
Foto tomada de es.historia.com

El amor desenfrenado y enfermizo de Calígula por su caballo Incitatus llegaba a tales extremos que llegó a darle toda una villa con jardines y 18 sirvientes que lo contemplaban todo el día. Lo hacía dormir con mantas de color púrpura -que era el tinte más caro en esa época en Roma y estaba reservado para la familia imperial- y además, lo engalanaba con collares de piedras preciosas.

Dice la leyenda que Incitatus comía copos de avena mezclados con suaves y finas escamas de oro, que tomaba el mejor vino en copas de oro, que ingería ratones, calamares, mejillones y pollo y que no tenía encuentros sexuales con yeguas, sino con una bella mujer llamada Penélope, perteneciente a la alta sociedad y que fue elegida por Calígula como esposa de su amado equino. Se afirma que Incitatus incluso llegó a formar parte de la mesa en donde comía su dueño y que el mismísimo emperador dormía con él muchas noches. Las mejores masajistas y médicos eran quienes lo preparaban para sus carreras. ¡Toda una superestrella!

Representación de una cena en donde Incitatus era sentado a la mesa como cualquier comensal, por orden del emperador, sin que pudiera existir oposición a estos deseos.
Foto tomada de datosfreak.org

De acuerdo con crónicas de Suetonio, uno de los mayores historiadores de esa época, Calígula quiso nombrar cónsul a Incitatus, lo que se ha interpretado como fruto de la demencia del emperador y lo que demostraría el sarcástico desprecio que sentía por las instituciones públicas del imperio.

Como caballo de carreras, Incitatus participaba en las competiciones del hipódromo de Roma y como parte de su amor por el animal, la noche anterior a una carrera, el emperador dormía junto a este. En los escritos de Suetonio se reseña la historia del equino senador y el amor loco de Calígula por él:  “Quería tanto a su caballo que la víspera de las carreras mandaba soldados a imponer silencio en todo el vecindario, para que nadie turbase el descanso de aquel animal, que nadie podía violar bajo pena de muerte. Mandó construirle una caballeriza de mármol y un pesebre de marfil. Le dio casa completa, con esclavos, muebles, en fin, todo lo necesario para que aquellos a quienes en su nombre invitaba a comer con él, recibiesen magnífico trato y hasta se dice que le destinaba el consulado”. Esto último reafirma que el corcel realmente formaba parte del equipo político de Calígula.

Al parecer, Incitatus solo perdió una carrera en su vida, tras la cual Calígula ordenó al verdugo que matase lentamente al cochero que lo guiaba, para asegurarse de que sufriera.

Muerto Calígula, no se conoce mucho del destino final de Incitatus, aunque se dice que fue detenido, que su salud se fue deteriorando y que murió alejado de la buena vida que vivía.

Se desconoce la razón por la cual Calígula amaba tanto a su caballo, pero lo que si cierto es que terminó siendo un miembro más de la familia real, que gozó de muchos privilegios y que vivió mucho mejor que muchos humanos de la época…y de la actual.

No es más por hoy. Ahí les quedo


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