sábado, 27 de julio de 2019

Las "brujitas" de San Cipriano.

Y los colores del Pacífico.

Por Las rutas de @Manrikillo.

Siempre que pienso en rodar me pregunto ¿y pa´ dónde me voy? Luego de este interrogante siempre algo aparece. Eso es lo bueno de vivir en Colombia. Tenemos ruta para todos los gustos: frío, calor, playa, desierto, montaña, selva... ¡una riqueza impresionante!.

Desde hace varios años me llegaban imágenes muy bonitas de un río llamado San Cipriano. Me generaba inquietud, por lo cristalino de sus aguas. Comencé a explorar y lo veía muy similar a Río Claro, en Antioquia.

Hasta que por fin se dio. A principios de este año decidí hacer ruta al sur de Colombia. Incluí destinos desconocidos para mí, entre ellos, Buenaventura, puerto del cual la gente decía "cuidado. Eso por allá es jodido”. Siempre intento no dejarme llevar por lo que dicen, más bien exploro para llevarme mi propia impresión.

De cuenta de ese miedo infundado la gente no va a ninguna parte. Lo digo, porque cuando he visitado este tipo de parajes y lugares, algunos de ellos estigmatizados por la violencia de otros tiempos, me doy cuenta que la mayoría de visitantes son extranjeros que se aventuran a conocer nuestros paraísos.

Volviendo al tema, decidí tomar la ruta hacia el sur del país. Salí por La Pintada hacia Pereira, donde hice la primera parada. Luego saludé a un gran amigo en Buga. De paso conocí la Basílica del Señor Caído, muy valorada por los feligreses quienes, permanentemente, acuden a ella para pagar sus promesas. Ah, estando allá, recordé que un amigo me dijo: "si pasa por Buga vaya a probar la chuleta tradicional, es una cosa de locos”. Y sí, probé la famosa chuleta... oh, ¡que sabor! Con decirles que vuelvo a repetir. En Buga pasé una noche. Al día siguiente tomé la ruta Buga - Buenaventura, con la intención de entrar a San Cipriano. Sabía que estaba 20 minutos antes de llegar al puerto.

Conozca, en este vídeo, las "brujitas" de San Cipriano. Están entre los principales atractivos.

La vía Buga – Buenaventura son 113 kilómetros de un ruta espectacular, que inicia a 900 msnm, sube a 1600 y termina en 2 msnm. Un recorrido entretenido, con paisajes y climas únicos, en el que se disfruta el paso por 16 túneles de última generación. No sobra advertir que es una vía que requiere mucha prudencia debido al fuerte tráfico de tracto camiones, que en Colombia conocemos popularmente como "tractomulas" que van hacia el puerto. Esta es una ruta muy entretenida para los amantes a las dos ruedas.

113 kilómetros separan a Buga de Buenaventura. El recorrido es espectacular. Se pasan 16 túneles de última generación.

Unos 20 minutos antes de llegar al puerto encuentras los avisos que te indican el desvío hacia San Cipriano, La carretera es destapada unos 15 minutos hasta una población que se llama Córdoba. Ahí se deja la moto. El parqueo vale $6.000 por día. Si vas a dormir en la reserva puedes dejarla los días que necesites.

Luego de estacionar se toma la “brujita”. Ese es el nombre que los nativos de la región le dieron a unas motos adaptadas a un carruaje artesanal que rueda sobre los rieles del antiguo tren que hacía la ruta Buenaventura - Cali.

El improvisado sistema de transporte es un poco asustador. Principalmente cuando se piensa en la seguridad que ofrece este expreso férreo que te lleva en un recorrido de unos seis kilómetros, a una velocidad promedio entre 60 y 70 km/h, en el que se acomodan unas 10 personas, entre turistas y nativos de la región. Es un viaje arriesgado pero divertido. Además, es la única vía de acceso a la reserva.

Luego del "mágico" rugir de los rieles en contacto con los rodillos de la "brujita", se llega al caserío principal de la Reserva Natural San Cipriano, caracterizado por calles en arena y cabañas de madera a lado y lado. De una vez, al llegar, se siente la calidez de sus gentes y los aromas de la comida del Pacífico. A eso se suma la humedad de la selva que rodea este río espectacular. Basta comenzar a caminar por el sendero para deleitarse con los tonos azul turquesa, verde y amarillo y una variedad de luces que se dejan ver desde el fondo del caudal. Todo eso, mezclado con las rocas de colores que arrastra la corriente entre sus trasparentes aguas.

Es así como la magia de la montaña te invade. Terminas atrapado en una jungla mágica, que te hace sentir como protagonista de una película, en una situación de aventura.

Se quedan cortas las palabras para describir este paradisíaco lugar que, a diario, recibe a propios y extraños que nos dejaron seducir por la curiosidad de conocer los colores de uno de los ríos más cristalinos del mundo.

Hasta la próxima ruta.

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