Mapa de la subregión Urabá. Tomado del CTP Antioquia
Investigadores de Uniminuto destapan la compleja red de grupos armados que extorsionan y violentan a migrantes en su paso por la región
Docentes de Uniminuto, que realizaron trabajo de campo en Carepa, Apartadó y Necoclí, han evidenciado que la situación migratoria en Urabá está lejos de ser un proceso regulado. Contrario a lo que se podría esperar, estructuras armadas ilegales mantienen un férreo control sobre el flujo de personas y las rutas marítimas, convirtiendo este corredor estratégico en un escenario de coacción y violencia.
El estudio revela que estas organizaciones no solo dictan quién puede transitar y dónde, sino que también vinculan el fenómeno migratorio con delitos como el microtráfico, narcotráfico y la trata de personas. La preocupante realidad es que, a pesar de la gravedad de la situación, las autoridades aún no han implementado estrategias específicas para mitigar estas problemáticas.
La extorsión y la violencia marcan el ritmo de los desplazados
“Han prohibido que la población migrante se ubique en lugares públicos como Turbo y Necoclí, además del control sobre la ruta marítima”, señaló César Alejandro Cardona, docente investigador de Uniminuto. Esta declaración subraya la injerencia directa de los grupos ilegales en la vida de los migrantes. La investigación también destaca que se les exige el pago de cuotas y, en caso de no poder cumplir, son retenidos y sometidos a situaciones de violencia, incluyendo casos que afectan a mujeres y niños.
Los investigadores lograron identificar dos perfiles principales de migrantes: aquellos con vocación de permanencia, quienes han solicitado asilo o refugio y han construido una vida en Colombia, y la población en tránsito, mayoritariamente de nacionalidades como venezolana, ecuatoriana y peruana. Curiosamente, con el cambio de políticas en Estados Unidos, el flujo migratorio ha invertido su dirección, predominando ahora un flujo "norte-sur". Esto significa que muchos migrantes no buscan quedarse en Urabá, sino que continúan su camino hacia países como Brasil, Chile, Perú y Ecuador.